En una entrada anterior hablamos sobre la importancia de aprender a amar. En esta ocasión hablaremos sobre un atributo esencial del amor: la paciencia. Ser paciente es un desafío, pero el amor nos inspira a serlo. 

¿Qué es ser paciente? 

La paciencia es un atributo absolutamente necesario para amar. Ser paciente es ser lento para enojarse y tener compostura en medio de una situación difícil, aun cuando queremos reaccionar de manera negativa. Queremos invitarlos a aplicar la paciencia, a respirar profundamente en vez de ser reactivos, porque cuando somos impacientes reaccionamos con enojo e insensatez, y esto solamente genera más problemas.  

El enojo nunca mejora las cosas, la paciencia sí. Cuando somos pacientes frenamos cualquier pelea o controversia. Si fuéramos más pacientes, tendríamos menos dolor y desilusión. Pero para serlo tenemos que preguntarnos qué es lo que genera impaciencia y reactividad en nosotros. Proverbios 14:29 dice: “el lento para la ira tiene gran prudencia, pero el que es irascible ensalza la necedad”. La paciencia no se apresura a sacar conclusiones sino que escucha a la otra persona; y es el punto en el que el amor y la sabiduría se unen. 

La paciencia es la decisión de controlar los sentimientos en vez de dejar que ellos nos controlen a nosotros, y no devolver mal por mal, sino manejar las situaciones con tacto; nos ayuda a perdonar y a comprender que todos fallamos. Pero si bien es fundamental, no debemos frustrarnos, porque la paciencia no surge de forma natural, es una decisión y un ejercicio constante. 

La Biblia dice en Efesios 4:2: “sean humildes, amables y pacientes, y con amor dense apoyo los unos a los otros”. Decidir ser pacientes en nuestras relaciones es un desafío constante que debemos estar dispuestos a cumplir. 

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