Así como existen mecanismos de defensa que el organismo usa para proteger al cuerpo de bacterias, virus y enfermedades, en nuestro diario vivir también encontramos uno con el que debemos tener mucho cuidado, y se llama: el orgullo. Pues en ocasiones lo usamos como un caparazón para creer que no necesitamos ayuda, que somos fuertes y que no  nos equivocamos.  

¿Estamos siendo personas orgullosas? ¿Qué debemos hacer?

Cuando miramos a los demás por encima del hombro, nos jactamos de nuestras posiciones en el trabajo o en nuestra casa, y no reconocemos que nos hemos equivocado con nuestra pareja…estamos siendo orgullosos. Por eso debemos identificar esos patrones diariamente y no permitir que el enemigo silencioso del orgullo entré a nuestro hogar a dividir lo que Dios ha formado en nosotros. 

Para ello, es importante:

  • Reconocer que hemos sido orgullosos y salir de ese enemigo silencioso.
  • Pedirle perdón a nuestra pareja.
  • En el caso de quien recibe el perdón, debe aceptarlo y no perder la gracia que Dios les ha dado en su matrimonio para dársela a la otra persona.

Santiago 4:6, dice: “Pero él nos da mayor ayuda con su gracia. Por eso dice la Escritura: «Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes”»

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