El tema del dinero debe estar en la agenda de todo matrimonio. Es un asunto al que hay que darle la importancia adecuada para evitar que se convierta en un punto de conflicto que pueda llevar al divorcio. Es importante identificar y tratar los posibles riesgos como las deudas, compras compulsivas, presupuestos separados o los secretos financieros.

 ¿Como pareja manejan un sólo bolsillo o están en corto circuito? 

  • En primer lugar, tengan la perspectiva correcta del dinero. Dios es la fuente de toda provisión, de Él viene la sabiduría para el buen manejo de las finanzas. “No pueden servir a dos señores”, sirven a Dios o a las riquezas. 
  • Tengan la capacidad de dialogar con transparencia y establecer un sólo presupuesto real, sin secretos financieros. Aprendan a ponerse de acuerdo en las crisis y en la abundancia. 
  • Revisen minuciosamente su realidad económica. Si tienen deudas, deben priorizar el pago de las mismas, sobre todo, si hay intereses de por medio. “Pongan la cara”, busquen una solución con su acreedor. No teman, Dios los va a respaldar.
  • No abran más huecos financieros. Establezcan un plan de austeridad mientras pagan los compromisos. 
  • Examinen si sus hábitos de compra están basados en la deuda por el mal uso de la tarjeta de crédito. Hay que romper esos patrones, desaprender y adoptar nuevos comportamientos que los lleven a sanear su economía.
  • Trabajen juntos y en unidad para agradar a Dios con su área financiera.

 “Es mejor ser dos que uno, porque ambos pueden ayudarse mutuamente a lograr el éxito. Si uno cae, el otro puede darle la mano y ayudarle; pero el que cae y está solo, ese sí que está en problemas”. Eclesiastés 4: 9-10 

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