Todos nacemos libres de cualquier prejuicio, pero lo cierto es que a medida que crecemos esto va cambiando según las personas y las circunstancias que nos rodean. A veces ni siquiera son nuestros padres quienes moldean esas imágenes sino el mundo y sus ideales, que sin darnos cuenta nos adentran en una lucha de géneros.
¿Qué concepto tiene usted acerca del género opuesto?
En algún momento tuvimos la oportunidad de realizarle dicha pregunta a un grupo de hombres y mujeres, y las respuestas no fueron muy alentadoras. Los hombres decían, por ejemplo, que las mujeres son cantaletosas y rencorosas. Las mujeres por su parte, decían que los hombres son básicos y desordenados. Estos son ejemplos de preconceptos que hombres y mujeres, aún siendo cristianos, todavía aceptan y dan por hecho.
Ante esta situación, debemos preguntarnos: ¿desde cuándo pensamos estas cosas con respecto al género opuesto? ¿Por qué pensamos de esta manera?
Porque lo cierto es que estos preconceptos nos hacen mucho daño y nos llevan a actuar de cierta forma frente al género opuesto. El machismo y el feminismo han sido concebidas bajo estos falsos preconceptos, y nuestras generaciones están siendo marcadas. Hijos, nietos y bisnietos están siendo afectados y es por esto que debemos hacer algo al respecto.
Las luchas de género deben acabarse en nuestros matrimonios y en nuestras relaciones. Tenemos que acercarnos cada vez más al plan y al diseño que Dios estableció, de esta manera viviremos en paz y marcaremos de manera positiva a nuestras generaciones. Dios dijo que tanto hombre como mujer fueron creados a su semejanza, Él quiso que fuéramos complementarios. Génesis 1:27 dice: “Así que Dios creó a los seres humanos a su propia imagen. A imagen de Dios los creó; hombre y mujer los creó”.
Entonces, ¿qué podemos hacer para mejorar en este aspecto?:
- Reconocer que hemos tenido preconceptos negativos.
- Si hay alguna rivalidad con el sexo opuesto que nos hace reaccionar mal, debemos identificarla e identificar de dónde proviene ese pensamiento negativo.
- Podemos pensar: ¿qué haría Jesús? ¿Jesús fomentaría una lucha de géneros?
Estos tres puntos nos ayudarán a cambiar nuestra manera de pensar con respecto al género opuesto.
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