Algunas mujeres casadas dicen: “si yo no lo hago, mi esposo no lo hace” o “soy yo la que debo tomar la iniciativa para hacer las cosas”.
Es común el pensamiento de que debe ser el hombre quien tome la delantera y las riendas de las situaciones; y en el caso de la mujer, que debe ser ella quien se encargue de las labores domésticas. Con respecto a ello, en esta ocasión queremos hablar acerca de los roles en el matrimonio y como hombre y mujer conforman un gran equipo.

¿Cuáles son los roles del hombre y la mujer en el matrimonio?

Pues bien, en el caso del hombre, su rol consiste en ser proveedor y protector; la mujer por su parte, es ayuda idónea y dirección. Sin embargo, vemos que estos roles no siempre se cumplen al pie de la letra, y esto puede ser debido a que ambos, hombre y mujer, no conocen sus roles dentro del matrimonio. Como pareja debemos aprovechar nuestras fortalezas y aceptar nuestras diferencias para lograr hacer un buen equipo. Es muy probable que con el paso del tiempo y en el proceso de conocernos mutuamente en el matrimonio, nos demos cuenta de que hay cosas que nos impiden cumplir nuestros roles de manera adecuada, como por ejemplo la manera en que fuimos formados, las enfermedades y la diferencia de temperamentos. Pero a pesar de todo esto, lo cierto es que Dios quiso establecer bases para que como matrimonio, hombre y mujer fuéramos un equipo ideal.

¿Qué podemos hacer cuando la situación de nuestro matrimonio no es la ideal?

El matrimonio no se trata de sentirnos infelices o desafortunados, sino de hacer un equipo valioso con nuestras fortalezas y aun con nuestras debilidades. El camino para lograr el balance perfecto puede conllevar tropiezos pero no por esto debemos tomar la decisión de separarnos. En la Biblia encontramos la historia de Débora y Barac, quienes a pesar de no ser esposos, son un gran ejemplo de un buen equipo conformado por un hombre y una mujer, pues entendieron que la clave estaba en la unión y en el trabajo en equipo.

Débora era una jueza y ella entendió que no era la persona adecuada para dirigir un ejército, por lo que designó como general a Barac. Ambos entendieron que no podían hacer nada sin el otro: Barac no podía actuar sin la guía de Débora y ella no podía hacer nada sin las manos de Barac. Vemos que en este caso la visionaria era Débora, pero aun así ella necesitaba a un hombre que fuera al frente del ejército y ejecutara la batalla. A pesar de que Débora era mujer, Barac quería que ella lo acompañara para recibir su instrucción en la batalla. Finalmente, ambos obtuvieron la victoria porque Dios respaldó la unidad y el complemento entre hombre y mujer.

Esta historia nos enseña una valiosa verdad: Dios nos hizo con fortalezas y debilidades, y debemos aprovecharlas de manera adecuada para trabajar en equipo y así conseguir la victoria. Recordemos lo que dice la Biblia en Eclesiastés 4:9-12: “Mejor son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeran, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay de aquel que está solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante”. Mejor son dos que uno y un buen equipo lo hacemos hombre y mujer.

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