A veces nos cuesta reconocer que somos egoístas, pero tenemos que darnos cuenta de que la cultura que nos rodea nos enseña a concentrarnos en nosotros mismos y en nuestros deseos, haciendo que pasemos por encima de los demás, incluso de nuestros seres queridos. El egoísmo es todo lo contrario al amor, por el hay divorcios, maltratos, menosprecios e incluso guerras. 

¿Cómo podemos vencer el egoísmo? 

Reconocer que alguien es más importante que nosotros es muy difícil, pero constituye un acto de verdadera grandeza. En el matrimonio, por ejemplo, decir “te necesito” a nuestra pareja es algo que disminuye completamente el egoísmo. Ahora bien, la conducta egoísta es un rasgo que no nos gusta ver en otras personas, pero que cuando se presenta en nosotros terminamos justificando de una manera u otra. Aun los actos de generosidad pueden ser animados por el egoísmo, pues cuando nuestra intención es manipular o “salirnos con la nuestra” estamos siendo egoístas. 

El verdadero amor hace que pensemos primero en quienes amamos antes que en nosotros mismos. Debemos preguntarnos de qué formas podemos colocar la felicidad de nuestra pareja y de nuestros seres queridos por encima de la nuestra, esto hará que venzamos el egoísmo. Filipenses 2:3 dice: “No sean egoístas; no traten de impresionar a nadie. Sean humildes, es decir, considerando a los demás como mejores que ustedes”. El amor trae la satisfacción que una acción egoísta no nos puede dar.

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