¿Sientes como que Dios hizo su maleta, se trasteó y no dejó una dirección dónde encontrarlo? si es así como te sientes hoy, no estás solo. Escucha lo que Asaf escribió en el Salmo 77: “Con mi voz clamé a Dios, a Dios clamé y Él me escuchó. Al Señor busqué en el día de mi angustia; alzaba a Él mis manos de noche, sin descanso; mi alma rehusaba consuelo. ¿Ha olvidado Dios el tener misericordia? ¿Ha encerrado con ira sus piedades?” Asaf clamaba a Dios día y noche y el cielo no respondía.

Tal vez es aquí donde estás hoy, pero déjame preguntarte algo: ¿Puede Dios llegar a olvidarte? ¿Puede Él dejar de ser bueno y misericordioso contigo? No está en el ADN de Dios fallarnos u olvidarnos; Él es Dios y, aunque nosotros le fallemos una y otra vez, nuestro amor se enfríe y nuestro corazón se endurezca, aunque a veces confiemos en otras cosas y personas más que en Dios, su compasión nunca nos será negada.

Asaf vuelve a mencionar sus dudas y expresa sus cuestionamientos, pero luego vuelve a lo básico; él dice: “Me acordaré de las obras del Señor; sí, haré yo memoria de tus maravillas antiguas. Meditaré en todas tus obras, y hablaré de tus hechos. Oh Dios, santo es tu camino ¿qué dios es grande como nuestro Dios? Tú eres el Dios que hace maravillas; hiciste notorio en los pueblos tu poder.” Nuestras dudas y preguntas se alzan cuando olvidamos todo lo que El Señor ha hecho por nosotros, cuando dejamos de meditar en sus poderosas obras.

Él es un Dios santo, Él no es como nosotros, no cambia, su compasión nunca se acaba. Ha prometido nunca dejarte ni desampararte y no puede mentir. Te animo hoy a buscar sus huellas invisibles en tu vida. Recuerda cómo ha estado contigo en el pasado, vuelve a enumerar sus fidelidades, di en voz alta todo lo que Dios ha hecho contigo y recuerda sus poderosas obras. Y aunque puede que aún no hayas visto sus huellas en este momento, sabrás que Dios todavía está a tu lado. Puedes confiar en Él porque es digno de confianza.

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