Uno de los momentos más importantes de nuestra vida, es cuando tomamos la decisión de casarnos. Es una etapa donde dejamos atrás la soltería, a nuestros padres y las viejas costumbres, pero también, entendemos lo que significa vivir para siempre con nuestra pareja.
¿Somos muy diferentes? ¿No nos entendemos?
En ocasiones pensamos que la idea del matrimonio, es sinónimo de perfección. Pero la verdad, es una temporada donde crecemos, somos formados y aprendemos en medio de las diferencias y obstáculos. ¿Qué sentido tendría casarnos con alguien igual que nosotros? Dios nos creó a cada uno a su imagen y semejanza, con el fin de complementarnos.
El error no está en las diferencias que tengamos como pareja, sino en creer que todos somos iguales, en crear expectativas sobre la otra persona y pensar que la convivencia será color de rosa.
¿Qué podemos hacer para amar a nuestra pareja como Jesús lo haría?
- Construir un gran equipo con las habilidades y las debilidades del otro, y no esconder secretos.
- Ser vulnerables y no apáticos.
- Reconocer los errores y no pretender ser perfectos.
- Ser tolerantes y los mejores compañeros de viaje.
- Llenar la fuente de amor con Jesús, y no con el amor humano que es pasajero.
Romanos 12:17-18 dice: “No devuelvan mal por mal. Preocúpense por ganar el respeto de todos haciendo el bien. Traten de hacer lo posible para vivir en paz con los demás.” Así que, dejemos de enfocarnos en el problema y pidámosle ayuda a Dios para que sea el centro de nuestra casa, y podamos brillar juntos encontrando el verdadero significado del matrimonio.
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