Acelerar la contratación es un error. Cuando es tiempo de contratar y necesitas urgentemente a alguien, puedes acelerar la contratación por el afán y luego lamentarlo. Lo sé, porque lo he hecho. Esto es un mensaje por Mary Lowman de The Christian Working Woman en español. 

Puedo asegurarte que muchas veces ví lo que yo quería ver en una persona, en vez de evaluar sus habilidades a luz de la realidad. Esto terminó en una inmensa pérdida de tiempo y de dinero para mí y nuestra organización. La lección que finalmente aprendí es que si no eres particularmente bueno en el proceso de selección, debes pedir ayuda de alguien que sí lo sea.  Proverbios 11:14 dice: “Sin dirección, la nación fracasa; el éxito depende de los muchos consejeros”.  Así, un gerente inteligente reconoce sus propias debilidades o su falta de experiencia, y busca ayuda para esas áreas.

Otro error es no practicar lo predicas. Hace varios años me contrataron para llevar a cabo un entrenamiento en servicio al cliente. El gerente quería que todo su personal tuviera excelentes habilidades al teléfono porque casi todo el contacto con los clientes era por este medio, así que esto si era algo importante. Sin embargo, note que este gerente era terrible al teléfono. Entonces al sugerir que sería muy útil para sus empleados ver como él mejoraba su comunicación telefónica, se rió y dijo que así había sido por muchos años y no iba a comenzar ahora el cambio. Yo sabía que mi entrenamiento no iba ser muy exitoso porque sus empleados no lo verían practicar lo que predicaba.

Aún más importante es para nosotros como seguidores de Jesús practicar lo que predicamos. A menudo pienso en el verso de 2 Corintios 8 que dice: “Porque procuramos hacer lo correcto, no solo delante del Señor, sino también delante de los demás”. Recuerda, no puedes esperar que tus empleados tengan mejor ética laboral que tú. Y algo más; tu actitud importa. Siempre digo, los gerentes no se pueden dar el lujo de andar de mal genio, principalmente porque su actitud es la que más contagia a otros. Si andas de mal genio, esa mala actitud correrá como el fuego contagiando a todo el equipo. 

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