La frase popular, “los ojos son el espejo del alma” es real porque reflejan lo que está pasando en el interior de la persona. Cuando decimos ”mirame a los ojos” es porque queremos ver si hay o no transparencia, deseamos conocer los sentimientos y si hay algo que no se ha podido verbalizar para generar diálogo.  

Pero, ¿cómo podemos usar la transparencia en beneficio de la relación?

Quienes logran mirar a los ojos y leer lo que está pasando, están usando adecuadamente esta herramienta. Hablar con sinceridad acerca de la postura de cada uno en el matrimonio y tener conversaciones claras, refleja madurez y el trabajo de cada cónyuge en su carácter. Genera un ambiente de transparencia y honestidad, ideal para el crecimiento de sus hijos, los afirma y les da seguridad. Les enseña la forma adecuada del manejo de las relaciones.

Tenemos un enemigo que está en contra de la transparencia, nos va a dar argumentos para que no abramos nuestro corazón ni expresemos lo que hay allí. Está en contra de la vulnerabilidad, necesaria para que la pareja, llegue a un conocimiento íntimo, entiendan las diferencias, fortalezcan la relación y afirmen su matrimonio.

Es importante identificar cómo está nuestra transparencia. Puede que esté ignorada o erosionada porque alguno de los cónyuges la ha usado mal. Ha tomado información íntima como un arma para reprochar o juzgar, siendo que es un tesoro que establece bases sólidas de comunicación. Si tu pareja confiesa alguna debilidad, debes valorar su sinceridad, respetar y cubrir. No se trata de ser descarados y ‘declarar’ reiterativamente que hay comportamientos indebidos. 

La transparencia es honesta, sirve para avanzar, hace de la relación un equipo fuerte. Es una rendición de cuentas recíproca en donde no hay secretos financieros. Dentro de este marco, podemos identificar cual de los dos es mejor en determinada función, por ejemplo, quien es mejor administrando la economía. Produce frutos que potencian la creatividad y vencen el egoísmo.

“¡Qué alegría para aquellos a quienes se les perdona la desobediencia, a quienes se les cubre su pecado! Sí, ¡qué alegría para aquellos a quienes el Señor les borró la culpa de su cuenta, los que llevan una vida de total transparencia!” Salmo 32:1-2 

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