Obedecemos cuando seguimos reglas, tenemos límites y no retamos a la autoridad. La obediencia es un principio que trae orden y protección, pero a pesar de que es claramente una conducta positiva, encontramos  un artículo que presentaba ciertas aristas negativas que pueden presentarse a la hora de obedecer.

¿Qué es exactamente la obediencia?, ¿puede ser peligrosa? 

La obediencia constituye un acto de respeto y de sujeción a la autoridad. Es tener una actitud responsable para poder colaborar y participar en un determinado contexto. Resulta sumamente importante para las buenas relaciones, los entornos laborales y la convivencia en general. La acción de obedecer es aquella en la que decidimos acatar normas, tomar órdenes, cumplir reglas, y establecer los comportamientos que nos sean indicados. 

Ahora bien, el experimento Milgram el cual es muy famoso en el mundo de la psicología, comenzó en julio de 1961, tres meses después de que Adolf Eichmann fuera juzgado y sentenciado a muerte en Jerusalén por crímenes contra la humanidad durante el régimen nazi en Alemania. El psicólogo estadounidense Stanley Milgram ideó un experimento, el cual consistía en que un profesor debía obedecer al experimentador a cargo cuando le ordenara aplicar corrientazos eléctricos a su alumno por cada error de aprendizaje que este tuviera. Aparentemente querían evaluar cuánto dolor podía soportar el alumno, pero lo cierto era que estaban evaluando al profesor, en orden de averiguar cuánto dolor era capaz de aplicar un ser humano a otro. 

Contrario al pronóstico de los psicólogos y psiquiatras involucrados en el estudio, el resultado fue alarmante, porque sin importar lo mucho que el alumno gritaba y suplicaba que no le siguieran aplicando corrientazos (lo cual también era falso, porque realmente no recibía ninguna descarga), el profesor obedecía al experimentador cuando este le pedía que siguiera haciéndolo. Se concluyó que en dicho caso hubo un grado alarmante de obediencia, el cual era peligroso. 

Lo anterior nos lleva a preguntarnos: ¿por qué la gente actúa de esta manera en estas situaciones? Y la respuesta es que, al momento de obedecer, la persona llega a considerarse sólo un instrumento para realizar los deseos de otra, es decir, obedece, pero no siente ninguna responsabilidad. La conclusión que cita el experimento de Milgram es que no se necesita una persona mala para servir en un sistema malo, la gente común puede integrarse fácilmente a un sistema malvado si simplemente obedece. Y es por esto por lo que debemos tener en cuenta los peligros de la obediencia ciega, porque si en estos tiempos no tenemos valores afirmados y una fuente segura, como lo es la palabra de Dios, podemos convertirnos en un agente del común y terminar obedeciendo corrientes muy sutiles y extrañas que nos llevan al mal. 

Hay momentos en los que debemos enseñarle a nuestros hijos pequeños y adolescentes que no siempre deben obedecer, y mucho menos a un extraño. Especialmente si les piden hacer algo que va en contra de Dios. Un pensamiento crítico en medio de tantas ideologías y sectas les permitirá permanecer firmes en sus entornos académicos y laborales. Gálatas 1:10 nos confronta: “Queda claro que no es mi intención ganarme el favor de la gente, sino el de Dios. Si mi objetivo fuera agradar a la gente, no sería un siervo de Cristo”. ¿A quién queremos agradar? ¿A Dios o a los hombres? Lo que importa realmente es obedecer a Dios y que Él nos apruebe.

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