¿Cómo podemos ser libres de la atadura de la vergüenza? Esto es un mensaje por Mary Lowman de The Christian Working Woman en español.
Durante su ministerio terrenal, los enemigos de Jesús continuamente buscaron cómo avergonzarlo. Aunque era totalmente inocente de cualquier pecado, siempre buscaban acusarlo de alguna cosa u otra. La Biblia dice que en aquellos tiempos, cualquiera que fuera colgado de una cruz era maldito. Fue la peor vergüenza que se les ocurrió a los enemigos de Jesús para tratar de avergonzarlo. Sin embargo, leamos esta verdad tomada de Hebreos 12: “Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien, por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios”.
Jesús soportó la cruz porque era la única manera de pagar el precio por nuestros pecados, pero menospreció la vergüenza. ¿Sabes qué significa menospreciar?, significa sentir o expresar ofensa o burla por algo. Jesús sintió desprecio por la vergüenza y rehusó aceptarla. La cruz fue considerada un elemento de vergüenza, es cierto. Pero Jesús la desprecio, soportó el sufrimiento de la cruz pero rechazó la vergüenza. Su cruz no fue una cruz de vergüenza, fue una cruz de redención y salvación.
¿Y qué hacemos nosotros?, huimos del sufrimiento, sea el que sea, tratando de evitar cualquier tipo de dolor, pero asumimos la vergüenza, abrazándola como si fuera la verdad. La vergüenza siempre es un engaño, es una mentira porque ataca nuestra identidad. No importa lo que hayamos hecho, independientemente de lo que haya en nuestro pasado, no cambia nuestro valor como personas creadas y amadas por Dios. La vergüenza es una mentira que dice que tienes poco o ningún valor, así que siempre lo debes rechazar, sin importar lo que sientas, porque no es la verdad.
Jesús desprecio la vergüenza y nosotros también deberíamos hacerlo. La vergüenza tiene sus raíces en algo que hiciste, o en algo que te hicieron, o en alguna mentira que creíste acerca de ti mismo. Es útil identificar el momento donde comenzó a acumularse la vergüenza en tu vida y luego pedirle a Jesús que sane esa herida. Entonces la batalla está en tu mente, debes aprender a rechazar los pensamientos de vergüenza, reemplazarlos con la verdad de la Palabra de Dios y aprender a vivir en la libertad que Jesús te ofrece.
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