El testimonio más poderoso para dar a conocer la fe es nuestra conducta. Si lo hacemos con la intención de reflejar el fruto del Espíritu Santo de acuerdo con Gálatas 5, el mundo sabrá que somos cristianos.
“… Que seamos pacientes con todos.” 1 Tesalonicenses 5:14. La paciencia es un mandato y el resultado de la Presencia de Dios en nuestra vida. Para lograrlo, elabora una lista de las personas con las que te cuesta mantener la serenidad, indicando las situaciones que te disgustan. Pídele a Dios una estrategia por cada caso, para saber qué hacer cuando se presente. Otro antídoto contra los sentimientos de intranquilidad es hacer una oración de emergencia o declarar un versículo rápidamente. Invoca el nombre de Jesús en el momento y permite que el Espíritu Santo te ayude.
En cuanto a la amabilidad, es semejante a la cortesía común. Es permitir que alguien se te adelante en una fila o ceder el paso con tu carro, es decir palabras que consuelan y animan, separar tiempo para ayudar a un adulto mayor o saludar alegremente a un niño. Una sonrisa, un saludo cordial o un oído dispuesto a escuchar. Sea la forma que tome, a todos nos gusta la cordialidad cuando la vemos.
Fija la meta diaria de hacer algo amable, algo fuera de lo común. Busca oportunidades para realizar cosas sencillas que impacten no solo a quién muestras amabilidad, sino a todos alrededor. Te sorprenderán los resultados. “El que es bondadoso se beneficia a sí mismo.” Proverbios 11:17. Cosechamos lo que plantamos y al sembrar amabilidad, también somos beneficiados.
A continuación puedes escuchar la tercera parte de la serie devocional “Una vida fructífera”, un mensaje de The Christian Working Woman en español por Mary Lowman. Si te interesa escuchar la serie completa visita nuestra lista de reproducción en Spotify o también puedes encontrarnos en plataformas como Soundcloud.