La anciana mujer se escabulle entre la multitud. El maestro de Galilea ha estado enseñando públicamente durante ya algunos minutos, y como de costumbre, ha hecho un par de milagros atrayendo colateralmente la atención del pueblo. Pero pese a que la gente se aglomera con presteza, ante la fuerza de las palabras de Jesús, la dama del pelo blanco con el espíritu enarbolado prorrumpe súbitamente en un declaración descarnada:

¡Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste! O como diría una versión más actual, ¡Que Dios bendiga a tu madre, el vientre del cual saliste y los pechos que te amamantaron!

La mujer ha estado allí como otros cientos o miles de personas, ha escuchado el mismo impetuoso mensaje del mesías y aún así ella ha visto lo que otros no. Ella no puede callar lo que sabe, lo mismo que un humorista norteamericano haría popular 2.000 años más tarde. “Detrás de cada gran hombre, hay una gran mujer”. Y ¡ojo!, porque cuando se acuñó esta frase no se refería a la esposa, sino a la mamá.

Y es que las madres son los tesoros invaluables que Dios puso para forjar nuestro carácter. A ellas no solo les debemos nuestra resistencia a chanclas, palos y correas, también mucho de nuestro autocontrol e inteligencia emocional, y no menos importante, la fortaleza para lidiar con el bullying y la crítica. Si bien no son perfectas, también, ellas han sido muestras vivas de la recursividad y resiliencia, del sacrificio y la entrega, pero sobre todo, del amor incondicional. Pues ellas nos han amado a pesar de… nosotros.

Han estado para sostenernos, para enderezarnos y para impulsarnos a buscar muchos de los sueños que Dios tiene para nosotros. La misma María, la mujer que sostenía al salvador de la humanidad fue la impulsadora de su obra de sanidad en el mundo.

En medio de un evento social al que habían sido invitados, María lo mueve a aprovechar la oportunidad de hacer algo a favor de otros convirtiendo el agua en vino, aún cuando Jesús sentía que “no era su momento”. Ese día María no sólo lo catapultó, sino que la Biblia registra que “Esta señal milagrosa en Caná de Galilea marcó la primera vez que Jesús reveló su gloria. Y sus discípulos creyeron en él”.

El resultado de aquella velada nos enseña que no importa si hoy por hoy eres un talentoso joven, una exitosa profesional o el salvador del mundo, nunca desprecies el consejo de tu mamá, nunca tengas en poco a la mujer que te tuvo en su vientre, el pecho que te alimentó, pues ella es la imperfectamente perfecta mujer que Dios eligió para impulsarte a alcanzar los sueños de Dios para ti.

Escucha hoy mismo nuestro programa dedicado a las madres en #CentralCafé y compártenos en tus redes sociales lo que más amas de tu mamá con el hashtag #BenditaMamá

 

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